sábado, 29 de octubre de 2016

SHUAR



SHUAR

Los Shuar se encuentran asentados en la Amazonía ecuatoriana, al sur este de esta región. Puntualmente en las provincias de Pastaza, Morona Santiago y Zamora Chinchipe. Dentro de este grupo humano existen dos subgrupos, por así decirlo. La Cordillera del Cutucú divide al territorio Shuar, al Occidente se encuentra el grupo conocido como Shuaras Fronterizos; mientras que al Oriente los Shuaras del Interior, como se los denomina. En total abarca un aproximado de 110 000 habitantes.

VIVIENDA.- Para la construcción de sus viviendas utilizan la, tradicionalmente, caña guadúa para paredes y piso, mientras que para para las bases y los pilares la chonta, el techo está cubierto de paja toquilla o kampának u otra clase de  hojas, la puerta está hecha de caña guadúa picada o partida.
La casa tiene forma elíptica, con techo a dos aguas y sostenido por 9 postes interiores, dispone de dos habitaciones, un salón grande para recibir visitas, donde existe una mesa y algunos bancos, la otra se la emplea como dormitorio, mientras que la cocina está separada de los cuartos y en algunos casos de la vivienda. Muchas familias conservan la cama en un sitio de la cocina y cerca del fogón con el fin de calentarse los pies, sobre el fogón ubican una especie de repisa, la misma tiene pociones de sal y ají envueltos en hojas y conservan la carne para que no se dañe.
También se observan utensilios como el chankin especie de canasta para traer los alimentos de la huerta, el muits olla para guardar y fermentar la yuca y el pinink pilche para tomar la chica.

COSMOVISIÓN.- La cultura Shuar no establece una separación tajante entre los mundos del hombre, la naturaleza y los espíritus. Estos mundos adquieren realidad por medio de los sentidos, creencias y también por los sueños.  Con los sueños se comunican y relacionan con las almas de cualquiera de los tres mundos, el uwishín (chamán), es el mediador. Cada ser humano, planta, animal, creencia o sueño está revestida de un carácter sagrado y terrenal al mismo tiempo.
El gran mundo espiritual de los shuar es repetitivo. No creen en que el ser humano tenga un final. Creen que luego de nacer y cumplir su vida, no llegan a un estado permanente con la muerte sino que su espíritu, es recibido por otro ser humano que puede ser su hijo o su nieto, quien cumple nuevamente otro ciclo vital, así en forma indefinida.

VESTIMENTA.- El hombre viste una falda llamada Itip tejida de algodón y teñida con tintes naturales, amarran su Itip bien ajustado con un cinturón o un bejuco.
La mujer usa una túnica denominada Tarachi amarrada al hombro, va ceñida a la cintura por un cordón Nijiamu. La pintura corporal y adornos de plumas y collares de semillas, complementan el atuendo.

GASTRONOMÍA.- La comida típica, proviene de la caza de animales silvestres y peces; que va siempre acompañado de diferentes tipos de chicha de Yuca, chicha de maduro y chicha de chonta, dependiendo de la época del producto. Varias delicias con productos de la zona como los maytos de pescado con palmito, mukin (larvas que se encuentra en los palmos) con palmito, Estofado de guanta, guatusa danta, sahinos, caldos de pescado, pollo, y de otros animales selváticos.

FIESTAS.- Los rituales en honor a la naturaleza son parte de este grupo humano. Tenemos así que, cuando la época de siembra está próxima se realiza una ceremonia, dirigida a la diosa tierra Nungui, el protagonismo de este ritual se lo delega a una mujer joven, quien se encarga de hacer la plantación de yuca, principalmente. La ceremonia se la acompaña de cantos y bailes, durante todo el tiempo de duración.

Una práctica ancestral, por la cual son muy conocidos los shuar, incluso a nivel internacional, es la Tzantza. Este ritual consiste en un proceso que inicia con la degollación de algún enemigo de la comunidad por parte de un guerreo shuar, por lo general enemistades históricas entre grupos étnicos. Una vez que la cabeza está separada del cuerpo y en poder de los shuar, estos proceden a separan la piel del cráneo. Dicha piel la hierban durante varios minutos. Una vez que se haya enfriado, se le hacen dos pequeños agujeros, donde se le amarra un bejuco; luego se cauteriza los labios con un machete caliente y se los sutura con astilla de chonta, se llena la piel con arena caliente y piedras y se cierra la abertura con un bejuco resistente. Los guerreros toman las puntas del bejuco y mecen en círculos, sobre una poción hirviente de hierbas y raíces; se frota carbón de leña en la cara cuello y orejas. Cada día se repetía el tratamiento de arena y carbón mientras la cabeza se iba empequeñeciendo más y más. Una vez reducida la Tzantza se aseguraba en un palo, el cual era ubicado en la zona de la vivienda que corresponde a los hombres. La Tzantza es considerada como un trofeo de guerra, ahí precisamente radica la importancia de dicho proceso. Además se cree, que al obtener este trofeo se tienen garantizadas victorias futuras y derrotas de los malos espíritus. Sin embargo, también es importante analizarlo desde la cosmovisión shuar; teniendo así la creencia que al realizar este rito, se impide que el espíritu del guerrero muerto pueda tomar venganza en el futuro.

RELACIÓN CON EL TURISMO.-  En las parroquias Taracoa y Dayuma, del cantón Francisco de Orellana, se desarrollan emprendimientos de turismo comunitario cultural dirigidos a revitalizar y difundir las tradiciones ancestrales de las nacionalidades Shuar y Waorani para compartir sus experiencias con los turistas que visiten estos sectores en la Amazonia ecuatoriana.
Actualmente, se cuenta con 22 integrantes de la nacionalidad Shuar, agrupados en la comunidad Atahualpa de la parroquia Taracoa, iniciaron en enero del 2014 el proyecto de desarrollo turístico que busca integrar a toda la comunidad para mejorar su calidad de vida y proteger el medio ambiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario